Debemos estar conscientes de que le pertenecemos a Dios y nos debemos a Él por cuanto nos ha salvador, debemos tener una entrega profunda de corazón, pero también estar claros que seremos probados todo el tiempo.
El resultado de esto será que el nombre y la gloria de Cristo se manifestarán y serán exaltadas en y entre nosotros. En otras palabras, estaremos viviendo a Cristo, porque estamos en Cristo y viviremos para Cristo, es decir para Su gloria.
Ahora ya como hijos, Su Espíritu Santo nos lleva siempre a Él a que vivamos confiados de su provisión, esperanza, paz, en medio de nuestras tribulaciones y a que pidamos conforme a Su voluntad y para Su gloria.
Cuando nos vestimos del carácter de Cristo y sus virtudes lo que nos unirá a otros será el amor, no solo en la vida privada sino también en la familia y en la comunión de la iglesia.
Solo pueden vivir como familias cristianas cuando conscientes de su identidad en Cristo hacen morir el pecado en sus vidas y se renuevan diariamente a la imagen de Cristo.
Muchas familias viven con amnesia espiritual, olvidando su nueva, verdadera y real identidad. Olvidan que han sido salvos por la muerte y resurrección de Cristo y por lo tanto están unidos a Él.
Si en nuestras vidas como cristianos la palabra de Dios no es suficiente entonces estaremos viviendo en muchas mentiras y nuestras decisiones serán afectadas, por lo tanto, necesitamos de Dios, necesitamos de Su palabra, necesitamos ser dirigidos por Él.
La herencia de los cristianos viene del Creador, Sustentador y Dueño del universo: Dios. Como coherederos participamos de todas las cosas que hereda por derecho propio el verdadero Hijo de Dios, Cristo Jesús.