Colosenses 3:1-20 nos enseña tres cosas importantes a las familias cristianas: Primero, que una familia cristiana es consciente de su identidad en Cristo; luego, que una familia cristiana mortifica su pecado y se renueva en Cristo; y, por último, que una familia cristiana vive a Cristo, en Cristo y para Cristo.
¿Cómo vivir a Cristo, en Cristo y para Cristo en la familia? con la consciencia de su posición en Cristo, viviéndolo de adentro hacia fuera. Es decir que inicia en el hogar: esposas y esposas, padre e hijos. Por eso dice Colosenses 3:18-21: “Mujeres, estad sujetas a vuestros maridos, como conviene en el Señor. 19 Maridos, amad a vuestras mujeres y no seáis ásperos con ellas. 20 Hijos, sed obedientes a vuestros padres en todo, porque esto es agradable al Señor. 21 Padres, no exasperéis a vuestros hijos, para que no se desalienten.”
- Esposas, solo siendo conscientes de su identidad en Cristo y que están unidas a Él en su resurrección podrán tener una nueva cosmovisión de su función como esposa, no como lo que la cultura enseña sino según la Palabra. Así podrán mortificar su pecado al despojarse de su orgullo, soberbia, rebeldía, queja, murmuración, de verse sabia en su propia opinión, etc. Y podrán vestirse de amor, humildad y paciencia… viviendo según su posición en Cristo y siendo renovada cada día a la imagen de Él mostrándolo en su familia.
- Esposos, solo siendo conscientes de su identidad en Cristo y que están unidos a Él en su resurrección podrán tener una nueva cosmovisión de su función como esposo, no como lo que la cultura enseña sino según la Palabra. Así podrán mortificar su pecado al despojarse de su egoísmo, de pensar solo en usted mismo (en su tiempo, en sus necesidades, en satisfacerse primero usted) y después su esposa… Se despojará del pecado de no ejercer un liderazgo servicial y un servicio sacrificial. Se despojará del pecado de no tomar la iniciativa para ministrar a Su esposa con la Palabra, de no protegerla y santificarla. Y podrán vestirse de amor, de tierna compasión, bondad, humildad, mansedumbre y paciencia… viviendo según su posición en Cristo y siendo renovado cada día a la imagen de Él mostrándolo en su familia.
- Hijos, solo siendo conscientes de su identidad en Cristo y que están unidos a Él en su resurrección podrán tener una nueva cosmovisión de su función como hijos, no como lo que la cultura enseña sino según la Palabra. Así podrán mortificar su pecado al despojarse de su rebeldía, egoísmo, queja, murmuración, desobediencia, etc. Y podrán vestirse de amor, humildad, mansedumbre, tolerancia y perdón… viviendo según su posición en Cristo y siendo renovados cada día a la imagen de Él mostrándolo en su familia.
- Padres, solo siendo conscientes de su identidad en Cristo y que están unidos a Él en su resurrección podrán tener una nueva cosmovisión de su función como padres, no como lo que la cultura enseña sino según la Palabra. Así podrán mortificar su pecado al despojarse de egoísmo y orgullo, ese pecado de vanidad de querer que sus hijos reflejen la perfección que ustedes mismos aspiran en su vida y no alcanzaron, de querer que sus hijos alcancen todas las metas en el mundo y preocuparse que sean los mejores según el prototipo de la cultura. Pero con el precio de provocarlos a ira, de que se pierdan. Se podrá despojar de su comodidad o indiferencia a lo realmente importante: discipularlos, educarlos y formarlos en la Palabra; de entrenarlos para que vivan la Palabra. Y podrán vestirse de amor, compasión, bondad, humildad, mansedumbre y paciencia; tolerancia y perdón, viviendo según su posición en Cristo y siendo renovados cada día a la imagen de Él mostrándolo en su familia.
Y el resultado de esto será que el nombre y la gloria de Cristo se manifestarán y serán exaltadas en y entre nosotros. En otras palabras, estaremos viviendo a Cristo, porque estamos en Cristo y viviremos para Cristo, es decir para Su gloria.
Solo pueden vivir como familia cristiana cuando conscientes de su identidad en Cristo hacen morir el pecado en sus vidas y se renuevan diariamente a la imagen de Cristo.