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Muertos al pecado

lunes, mayo 24, 2021
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Artículo | Muertos al pecado
Pastor David Salgado
Pastor David Salgado
Pastor Asociado a cargo de Ministerios de Familia

En Romanos 6:1-5 aprendemos que, porque hemos sido bautizados en Jesús, bautizados en su muerte, es que ahora andamos en novedad de vida por su resurrección: tenemos un corazón nuevo, un nuevo espíritu, un nombre nuevo, somos nuevas criaturas. Por lo tanto, los cristianos ya no practicamos el pecado porque hemos recibido una nueva identidad en Cristo y estamos unidos a Él en su muerte, pero también en su resurrección.

Luego el apóstol Pablo escribió en Romanos 6:6-11: Sabemos esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado con Cristo, para que nuestro cuerpo de pecado fuera destruido, a fin de que ya no seamos esclavos del pecado; 7 porque el que ha muerto, ha sido libertado del pecado. 8 Y si hemos muerto con Cristo, creemos que también viviremos con Él, 9 sabiendo que Cristo, habiendo resucitado de entre los muertos, no volverá a morir; la muerte ya no tiene dominio sobre Él. 10 Porque en cuanto a que Él murió, murió al pecado de una vez para siempre; pero en cuanto Él vive, vive para Dios. 11 Así también ustedes, considérense muertos para el pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús.

En los versículos 6 y 7 vemos cuatro cosas que debemos saber, comprender y no olvidar cada día de manera que podamos mortificar nuestro pecado:

a)      Nuestro viejo hombre fue crucificado. El viejo hombre se refiere a la vida antes de la conversión y todo lo que éramos a través de la unión con Adán. Esa antigua forma de vivir, esa antigua naturaleza fue crucificada con Cristo, está muerta.

b)     El cuerpo de pecado está desactivado. El cuerpo de pecado se refiere al cuerpo físico en donde reina el pecado, dominado por el pecado como un títere. Eso ya está desactivado por la obra de Cristo y el Espíritu Santo.  Es decir, se ha dejado inoperante, ha perdido su eficacia sobre nosotros pues se le quitó el poder de controlarnos.

c)      Ya no servimos al pecado. Porque el pecado no nos puede controlar ya. Los deseos pecaminosos no nos dominan porque estamos en control del Espíritu Santo.

d)     Hemos sido libertados de la esclavitud del pecado.

Podemos mortificar al pecado porque hemos muerto al pecado. La mortificación del pecado “Es una disposición del alma regenerada, derivada de la eficacia y virtud de la muerte de Cristo, por las que se debilita la fuerza del pecado y su dominio es destruido, perdiendo completamente su poder regidor o dominio sobre el hombre”.[1] Mortificar es quitar la fuerza, vitalidad y poder de algo a fin de que muera; incluye la idea de debilitar por falta de alimento o hacer morir de hambre. En otras palabras debemos de acabar con cualquier cosa que sirva como “comida” para alimentar la naturaleza pecaminosa.[2]

Entonces, para vivir nuestra vida cristiana con libertad y mortificar el pecado cada día debemos de reconocer que ya no somos esclavos del pecado, sino libres en Jesús, santos, y estamos vivos para Dios, por lo que no estamos obligados ya a pecar, aunque lo hacemos. Porque hemos muerto con Cristo, estamos muertos al pecado; porque hemos resucitado con Él, vivimos para Dios.

 

Nuestra antigua forma de ser y vivir ha sido crucificada con Cristo y el poder del pecado que nos esclavizaba ha sido desactivado para que seamos libres del pecado. Por lo tanto, en Cristo estamos muertos para el pecado, pero vivos para Dios… y vivimos en y por el poder del evangelio.

 


 


[1] Citado por A.W. Pink en artículo “La Doctrina de la Mortificación”.

[2] Nota del traductor del libro de John Owen “La mortificación del pecado”, Publicaciones Faro de Gracia, p. 6.


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Pastor David Salgado