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“Solus Christus” y nuestra vida diaria

lunes, noviembre 2, 2020
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Artículo | “Solus Christus” y nuestra vida diaria
Pastor David Salgado
Pastor David Salgado
Pastor Asociado a cargo de Ministerios de Familia

James Montgomery Boice, teólogo y escritor, escribió: “Proclamar “solo Cristo” es proclamarlo como el único y suficiente profeta, sacerdote y rey del cristiano. No necesitamos ningún otro profeta para revelar la palabra o la voluntad de Dios. No necesitamos otros sacerdotes para mediar en la salvación y bendición de Dios. No necesitamos otros reyes para gobernar el pensamiento y la vida de los creyentes. Jesús es todo para nosotros y por nosotros en el evangelio.”[1]

 

De esto podemos extraer tres verdades de la suficiencia de Cristo en nuestra vida diaria:

 

1.      Solo Cristo es suficiente como nuestro profeta

Hebreos 1:1-2: “Dios, habiendo hablado hace mucho tiempo, en muchas ocasiones y de muchas maneras a los padres por los profetas, 2 en estos últimos días nos ha hablado por Su Hijo, a quien constituyó heredero de todas las cosas, por medio de quien hizo también el universo.”

 

Jesús como nuestro profeta nos revela en la Palabra y por medio de la Palabra el evangelio, persuadiéndonos a creer y obedecer. Confiando en la suficiencia de Cristo como profeta podemos ser guiados cada día de nuestra vida para adorar y agradar a Dios en cada área de nuestra vida.

 

¿Cuántas veces has estado dudando acerca de la obra de Dios en tu vida? ¿Cuántas veces has sido víctima de la incertidumbre? ¿Cuántas veces no has sabido qué hacer, qué decisión tomar?

 

No necesitamos ninguna revelación especial adicional a la obra de Cristo ya que en él se consuma y se revela la voluntad de Dios. Entender esto nos ayuda a confiar en las palabras de Jesús, en su soberanía y su eterna compañía con su Espíritu Santo en nosotros quien constantemente nos recuerda sus palabras.

 

2.      Solo Cristo es suficiente como nuestro sacerdote

“Por nuestra separación de Dios y la imperfección del mejor de nuestros servicios, necesitamos su oficio sacerdotal para reconciliarnos con Dios y presentarnos aceptos para con él”[2]. De esto habla Hebreos 7:22, 25. Jesús es el fiador o garante de un mejor pacto. Este es el único lugar en el Nuevo Testamento donde aparece la palabra traducida como “fiador”. Jesucristo por medio de Su sangre y rectitud, pagó la deuda a la justicia y la ley de Dios que Su pueblo debía y había incumplido.  Él no debía nada personalmente, pero por Su muerte pagó a la justicia de Dios y con Su vida pagó a la ley de Dios lo que Su pueblo debía.

 

Es en Cristo como nuestro sacerdote que podemos tener acceso a Dios… acercarnos con confianza en momentos de tentación y cuando hemos pecado sabiendo que obtenemos perdón por la base de su sacrificio.

 

3.      Solo Cristo es suficiente como nuestro Rey

Dice la Confesión Bautista de Fe de 1689 que “por nuestra falta de disposición y total incapacidad para volver a Dios y para rescatarnos a nosotros mismos y protegernos de nuestros adversarios espirituales, necesitamos su oficio real para convencernos, subyugarnos, atraernos, sostenernos, librarnos y preservarnos para su reino celestial.”

 

Él gobierna con justicia perfecta y equidad. Como nuestro Rey, él ha luchado nuestras batallas y ahora gobierna de tal manera que el pecado no puede reinar sobre nosotros. ¿En qué o en quién estás buscando seguridad, protección, bienestar? ¿Qué o quién dirige tu vida? ¿A quién realmente estás obedeciendo?

 

Quiero concluir citando las palabras del reformador Juan Calvino, las cuales resumen todo lo que hemos hablado hoy:

“Si buscamos la salvación, el mismo nombre de Jesús nos enseña que es “de él” (1Cor. 1:30). Si buscamos otros dones del Espíritu, se encontrarán en su unción. Si buscamos fuerza, está en su dominio; si pureza, en su concepción; si mansedumbre, en su nacimiento. Porque por su nacimiento fue hecho como nosotros en todos los aspectos (Hebreos 2:17) para que pudiera aprender a sentir nuestro dolor (Hebreos 5: 2). Si buscamos la redención, radica en su pasión; si absolución, en su condena; si la remisión de la maldición, en su cruz (Gálatas 3:13); si satisfacción, en su sacrificio; si purificación, en su sangre; si reconciliación, en su descenso a los infiernos; si mortificación de la carne, en su tumba; si novedad de vida e inmortalidad, en su resurrección; si herencia del Reino de los Cielos, en su entrada al cielo; si protección, si seguridad, si abundante provisión de todas las bendiciones, en su Reino; si espera tranquila de juicio, en el poder que se le ha dado para juzgar. En resumen, dado que abunda en él una rica reserva de todo tipo de bienes, bebamos hasta saciarnos de esta fuente y de ninguna otra.”


 


[1] James Montgomery Boice, Whatever Happened to the Gospel of Grace?

[2] Confesión Bautista de Fe de 1689


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Pastor David Salgado