¿Qué harías si te dijeran que en uno o dos años morirás? ¿Cómo vivirías, cómo te comportarías? ¿Qué cambiarías en tu vida? ¿Cuál sería tu actitud?
1Pedro es una carta enviada a cristianos que habían huido a Asia Menor, por el rechazo hostil que estaban experimentando, Pedro les escribe para animarlos y exhortarlos como deben vivir su fe en medio de su sufrimiento. Ellos, a pesar de la crisis y lo difícil de la situación por el sufrimiento que experimentaban, estaban tentados a no ser conscientes del juicio de Dios y que el final de todas las cosas se ha acercado. Esa falta de conciencia los llevaría a nos orar de forma correcta, a no amarse y mostrar amor por medio del perdón y la tolerancia, a hospedar a otros con quejas, y a no servir a sus hermanos o hacerlo por las razones y la actitud equivocada.
Por eso él escribió: “Pero el fin de todas las cosas se acerca…” (1Pedro 4:7). Al decir el final de todas las cosas se ha acercado, Él se está refiriendo a que el final de los tiempos (o tiempo final) ya comenzó. El final de los tiempos comprende el período entre la primera y segunda venida de Cristo. Cristo ya vino y Él volverá a juzgar a todos, por lo tanto, debemos de estar listos. El apóstol Pedro hace una exhortación a los lectores de su Primera Carta para que, sabiendo que el fin se acerca, se comporten de manera que agraden a Dios y le glorifiquen.
Al ser conscientes de que el fin de todas las cosas se ha acercado lo mostraremos haciendo cuatro cosas que nos enseña 1Pedro 4:7-11: orando correctamente, amándose con fervor, siendo hospitalarios sin quejas y sirviendo a los demás con sus dones y talentos.
1Pedro 4:7: “Pero el fin de todas las cosas se acerca. Sean pues ustedes prudentes y de espíritu sobrio para la oración.”
Conscientes que estamos en final de los tiempos debemos orar. Pero no solo debemos orar por orar, sino que hacerlo siendo serios y disciplinados. Está no es la primera vez que Pedro exhorta a sus lectores a ser serios y disciplinados en esta carta. Desde el primer capítulo lo viene haciendo.
Pero, ¿cómo orar con una mente lista para actuar y con dominio propio? Para orar con una mente lista debes de saturar tu mente con la Palabra… una vez la Palabra este en tu mente, ora conforme a la Palabra. Una de las cosas que yo suelo hacer es orar después de estudiar la Biblia, así mi mente no divaga tanto, sino que comienzo a orar según lo que leí y aprendí. Otra forma es orar tomando como modelos las oraciones de la Biblia.
Y haciendo eso te ayudará a orar con dominio propio. Es decir, sujetando no solamente tus pensamientos, sino tus emociones y sentidos a la hora de orar. Después puedes presentar tus peticiones delante del Señor y también orar por otros.