Esperar en su gracia

Isaías 30:18 Pero YHVH espera para otorgaros gracia, y por eso se levanta para compadecerse de vosotros, pues YHVH es Dios justo. ¡Bienaventurados todos los que esperan en Él! 

Iniciamos un año más con muchas incertidumbres, dudas y peticiones, pero con mucha esperanza en Dios. Él promete que, si esperas su guía y ayuda pacientemente, en vez de irnos de cabeza "sin consultarle", Él nos dará la gran bendición de ser hombres y mujeres que esperan en su gracia soberana. Tendremos problemas, pero estos no nos llevarán a un afán de vida, ya que nuestra lucha nunca es contra lo impacientes que somos en muchas áreas, sino contra la incredulidad de su palabra que nos lleva a querer obrar a nuestra manera, fuera de toda voluntad divina.

¿Cuántos estamos esperando en el Señor? ¿Cuánto tiempo lleva esperando en Él?

Pues la espera es un acto de Dios para formar ese carácter que hace que esperemos en las promesas plasmadas en su Palabra. A lo largo de la Biblia vemos cuantos siervos de Dios tuvieron que esperar y todo esto fue parte de su formación como hijos de Dios. Por ejemplo, leemos en el Salmo 130:5 “Espero en YHVH, mi alma espera, En su palabra espero”.  En Lamentaciones 3:25 “¡YHVH es mi porción!, dice mi alma, por tanto esperaré en Él”. En Hebreos 6:15 “Y así, habiendo esperado pacientemente, alcanzó la promesa”.

Salmo 40:1 “Pacientemente esperé a YHVH, Y se inclinó hacia mí y oyó mi clamor”.

Esperar en CRISTO es el acto espiritual que nos diferencia del mundo, pues deja a un lado nuestra justicia propia, amor propio y nuestra propia conveniencia, nuestro ego o “yo” es reducido a polvo y es acá en donde no cuentan nuestras habilidades, criterios, pericia, experiencia y aun nos diferencia de otros cristianos; porque esperar en Dios no es un producto del ser humano, sino que es producido por el Espíritu Santo, es un acto totalmente de la fe, fe en su gracia, en su palabra, fe en Dios. Así que iniciemos este año puestos nuestros ojos en nuestro Señor que controla todo, y tiene cuidado de nuestras familias, pero sobre todo de nuestras vidas espirituales, así que esperemos, porque la promesa dice: ¡Bienaventurados todos los que esperan en Él!