Muchos confían y desean que este nuevo año sea bueno, tratando de olvidar y dejar atrás un año tan difícil y complicado producto del COVID19. Cuando pasamos pruebas y momentos difíciles como la pandemia que enfrentamos, somos tentados, en la medida que las cosas se van “normalizando”, a pensar que podemos olvidarnos del Señor, de todas las bondades recibidas y de que nuestro bienestar está solo en Él.
Algo parecido le ocurrió al pueblo de Israel. Después del exilio, fueron advertidos y exhortados por Dios a volver a Él, “Así dice el SEÑOR de los ejércitos: “Volveos a mí” —declara el SEÑOR de los ejércitos— “y yo me volveré a vosotros” (Zac.1:2). Después de salir del exilio comenzaron a hacer sus vidas y a olvidarse de Dios. Pero Dios le advierte por medio del profeta Zacarías: No seáis como vuestros padres, a quienes los antiguos profetas proclamaron, diciendo: ‘Así dice el Señor de los ejércitos: “Volveos ahora de vuestros malos caminos y de vuestras malas obras”’. Pero no me escucharon ni me hicieron caso” —declara el Señor. (Zac. 1: 3-4)
Cada día de nuestra vida debemos volver al Señor. Esto implica tener una comunión personal con Él, algo que es posible por medio de Cristo, nuestro Mesías Rey. En Cristo hemos regresado a Dios, pues fuimos reconciliados con Él y además recibimos un espíritu de adopción por el cual podemos constantemente entrar ante el trono de gracia a tener comunión con Él.
Esta fue una advertencia, pero al mismo tiempo una invitación amorosa a volver a Él (Zac. 1:2). En el Nuevo Testamento encontramos una exhortación similar a volver al Señor: “Acercaos a Dios, y Él se acercará a vosotros. Limpiad vuestras manos, pecadores; y vosotros de doble ánimo, purificad vuestros corazones” (Santiago 4:8).
Tenemos que ser intencionales en buscar al Señor cada día de nuestra vida. Si le buscamos en todo tiempo, podremos vivir en dependencia y entrega solo a Él. Aun cuando pecamos, cuando sufrimos o cuando estamos pasando por tiempos de prueba o disciplina por nuestro pecado, debemos volver al Señor y vivir en comunión con Él para que su nombre sea glorificado en nosotros y por nosotros.