Guardó silencio

Mateo 27:13-14 Pilato entonces le dijo: ¿No oyes cuántas cosas testifican contra ti? 14 Pero Jesús no le respondió ni una palabra; de tal manera que el gobernador se maravillaba mucho.

Cuando veo a mis tres hijos varones discutiendo por “algo”, escucho como ellos se defienden ante las acusaciones “injustas” que se hacen entre ellos. Eso mismo pasa entre nosotros como adultos, que ante las acusaciones de cualquier índole nuestra respuesta es justificarnos, defendernos, y muchas veces contra atacar.  Pero si lee el texto citado, Jesús no lo hizo, pero ¿Por qué? ¿Por qué se quedó callado?

 Encontramos una sola respuesta, claro, solo puede ser vista desde la perspectiva de Dios y no la nuestra. Jesús buscaba la aprobación de Uno, y este no fue Pilato, no fueron sus discípulos, no fue ni siquiera la gente, lo único que le importaba era la aprobación de su Padre. Jesús sabía que había venido hacer su voluntad por la tanto sabía que era inocente delante de los ojos de Dios. Por lo tanto ¿porque defenderme o discutir delante de los hombres? ¿para qué justificarme o defenderme? mientras Dios lo supiese eso le bastaba al Señor pues tenía muy claro su misión, cabe decir que estas mismas preguntas deberíamos de hacernos a nosotros mismos a la hora que nos acusan. ¿Es este principio una verdad en nuestras vidas? ¿Es mi relación con Dios, mi caminar puro y bajo la integridad, el elemento que gobierna mis palabras, respuestas y mi comportamiento? entonces, si es así, no importa lo que los demás digan de nosotros. Usted y yo no necesitamos ser reactivos antes esas situaciones pues, así como Jesús nos da el ejemplo perfecto, así nosotros podemos relacionar tal como Él nos enseña, a ser humildes, sencillos, esperando en la gracia de nuestro Señor.