Hechos 3:1-2 Y cierto día Pedro y Juan subían al templo a la hora novena, la de la oración. 2 Y había un hombre, cojo desde su nacimiento, al que llevaban y ponían diariamente a la puerta del templo llamada la Hermosa, para que pidiera limosna a los que entraban al templo.
En los evangelios vemos como nuestro Señor hizo muchos milagros para que se cumpliese lo que las escrituras decían de Él. Vemos como en el libro de Hechos de los apóstoles hay milagros, aun a sabiendas que Jesús ya había ascendido al cielo. Creo en lo personal que en esta época de la iglesia aún hay milagros de parte del Señor.
El problema ha sido la manipulación de pseudo pastores que hacen creer a las personas que ellos son los “escogidos y ungidos” para que los milagros se realicen, tal cosa solo es una herejía ya que ningún milagro puede ser hecho y provocado por el hombre ni mucho menos exigido al Señor.
En mi vida como cristiano he sido testigo de muchos milagros y he observado que el propósito de estos en nuestras vidas es para que podamos conocer y experimentar el Poder de Dios, a CRISTO.
Los judíos acostumbraban a orar 3 veces al día. Todos los días de su vida subían al Templo para hacerlo. En el pasaje vemos a la hora novena de la oración (3:00 pm.), a Pedro y Juan, que no tenían ningún problema o enfermedad, sino que hacían oración por todos y subían juntos. Lo irónico es que la persona que tenía un problema, pues era cojo de nacimiento, no entraba en el templo, se mantenía afuera, no faltaba ningún día para estar en ese mismo lugar, pero tenía un solo objetivo: pedir dinero a los que entraban.
Probablemente no era el único que se sentaba a pedir, quizá había otros allí mismo con el mismo objetivo pues era un lugar público y la oportunidad de pedir era grande ya que pasaban muchas personas. Este hombre solo les pedía a los que entraban, nada más. Esto significaba que él dependía mucho de lo que las personas le podían dar, a pesar de estar en las puertas del templo.
El propósito de Dios se cumplió en este hombre, Pedro ni Juan andaban dinero y esto fue providencial de parte de Dios. El cojo iba por dinero o por “algo” como lo dice Hechos 3:5 Entonces él les estuvo atento, esperando recibir de ellos algo. Pero los apóstoles le dicen que no tenían “algo” pero que le daban lo más grande que tenían: a Cristo. “Más Pedro dijo: No tengo plata ni oro, pero lo que tengo te doy; en el nombre de Jesucristo de Nazaret, levántate y anda.” Hechos 3:6. De eso se tratan los milagros, de Cristo, Él es el centro de los milagros y no la sanidad, el dinero, o lo que vamos a obtener, todo eso está bajo su soberanía. Vemos en este texto el propósito por la cual el Señor hace milagros y es manifestar su gloria. Ningún hombre es digno de gloria, ningún hombre puede glorificarse, sino que el objetivo es que crean en el Señor, esto significa que más que resolver nuestras necesidades físicas o materiales, Dios quiere darnos a conocer al Hijo.
Jesús es más grande que la solución del problema y de la enfermedad, estoy seguro que, si es la voluntad de Dios, Él puede concederle un milagro, cualquiera que sea, pues no hay nada imposible para Él; pero aun si no le placiese concederle ese milagro, recordemos que aun así el Señor siempre será glorificado en su vida. Jesucristo es el centro de todo.
Pastor Asociado a cargo del Departamento de Comunicaciones