No podemos ignorar que gran parte de los miembros de nuestras iglesias son solteros, no solamente jóvenes solteros, sino que adultos solteros y por lo tanto es importante que todos entendamos el valor de la soltería en el nuevo pacto.
En el antiguo pacto, permanecer soltero y nunca tener hijos era visto como una calamidad porque la persona no se desarrollaría por completo, ni cumpliría su propósito dentro del pueblo de Dios. Esto se debía a que el pueblo de Dios crecía por procreación y linaje, es decir que había una estrecha relación entre descendencia física y disfrutar las bendiciones del pacto. De manera que morir sin descendencia implicaba no disfrutar plenamente de esas bendiciones del pacto.
Lo anterior hacía que las personas que no se casaban o tenían hijos fueran vistos de menos dentro del pueblo de Dios, parecía que estaban destinados a morir sin esperanza. Pero en el libro de Isaías comienza a dar un giro que anticipa las bendiciones del Nuevo Pacto respecto a aquellos que por diferentes razones morían sin descendencia y daba una esperanza profética a ellos. Esta esperanza la obtienen a través del siervo sufriente quien fue cortado de la tierra de los vivientes sin dejar descendencia, todo por el pecado del pueblo quien debía haber pagado por sus propios pecados (Isaías 53:8). Pero vemos un clímax en este poema en Isaías 53:10:
“Pero quiso el Señor
quebrantarle, sometiéndole a padecimiento.
Cuando Él se entregue a sí mismo como ofrenda de expiación,
verá a su descendencia,
prolongará sus días,
y la voluntad del Señor en su mano prosperará.”
A través de la muerte en sacrificio del siervo sufriente de Dios, surgen nuevos descendientes que son su simiente: todos aquellos hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús. A partir de esto encontramos la esperanza para aquellos que habían sido menospreciados, porque en el nuevo pacto las bendiciones no provienen de la descendencia física sino de la regeneración.
Por eso, es sorprendente que inmediatamente después de la canción del siervo sufriente, siga el cántico de la mujer estéril en el capítulo 54, que comienza diciendo en el versículo 1:
“Grita de júbilo, oh estéril, la que no ha dado a luz;
prorrumpe en gritos de júbilo y clama en alta voz, la que no ha estado de parto;
porque son más los hijos de la desolada
que los hijos de la casada —dice el Señor.”
La que no tuvo hijos físicos y, por lo tanto, estuvo en peligro de ser separada de la bendición futura, ahora canta porque sus hijos serán más que los hijos de la casada. Ella se alegra porque el Señor es su esposo (54: 5), la abraza con amor eterno (54: 8), y su descendencia poseerá las naciones (54: 3). Se está describiendo algo mucho más grande: es la descripción del nuevo pueblo de Dios creado por nacimiento espiritual en lugar de nacimiento físico.
Dos capítulos después, en Isaías 56:1-8, vemos otra canción de esperanza solo que ahora para el eunuco. El eunuco a quien se le negó el acceso a la asamblea del Señor ahora tiene acceso al templo restaurado (56: 5). El eunuco también era un árbol seco (56: 3) sin hijos y, por lo tanto, estaba en peligro de que su nombre fuera cortado del pueblo de Dios. Pero ahora las consecuencias se invierten. Dice Isaías 56:5:
“les daré en mi casa y en mis muros un lugar,
y un nombre mejor que el de hijos e hijas;
les daré nombre eterno que nunca será borrado.”
El eunuco no recibe un nombre permanente a través del legado de su descendencia física, sino a través del nombre eterno que Dios mismo proporciona. Esto era más que una inscripción dentro del templo físico; era un nombre permanente ubicado dentro de los confines eternos de la casa espiritual de Dios. Es una permanencia que recuerda Apocalipsis 3:5, donde al que vence, Dios nunca "borrará su nombre" del libro de la vida. Es un nombre espiritual representativo de la entrada y permanencia espiritual del eunuco dentro del pueblo de Dios.
Estos pasajes son un gran consuelo para aquellos hombres y mujeres dentro de las iglesias que permanecen solteros o no han podido tener hijos porque en Cristo pueden gozarse y por medio de Su sacrificio ahora pueden tener hijos espirituales por medio del evangelismo, a quienes pueden criar y nutrir por medio del discipulado y servicio en el reino de Dios porque en el nuevo pacto, el pueblo de Dios ya no se define por el nacimiento físico sino por el nuevo nacimiento espiritual.
De esta forma como solteros pueden exaltar a Cristo y reflejar Su reino por medio de una vida de devoción y servicio a Él.