Hebreos 8:12 Porque seré propicio a sus injusticias,
Y nunca más me acordaré de sus pecados y de sus iniquidades.
Estoy seguro que usted ya ha escuchado la frase: “te perdono, pero no olvido”? Creo que sí. Hace unos meses cuando estábamos en cuarentena salió una noticia acerca del incremento de los casos de violencia intrafamiliar. Las causas eran diversas y ahora había víctimas, no solo del lado de la mujer, sino también del hombre. En muchas situaciones ha tenido que ver la falta de perdón, y no aquel perdón dado para “llevar la fiesta en paz”, sino el perdón que olvida y que desea, aun en medio del dolor y la frustración, volver a caminar junto con aquel que nos ha ofendido y dañado.
Decimos perdonar, pero en nuestro corazón aun resentimos la ofensa. Lamentablemente hay muchos que están viviendo así. Creo que a medida que vamos entendiendo la gracia, y como Dios nos ha perdonado en Cristo, es que usted y yo vamos aprendiendo a perdonar todo tipo de ofensas, aun aquellas que son las más graves desde nuestra perspectiva, pero que también el Señor nos enseña a ir olvidando a la vez.
¿Por qué escribo todo esto? Porque cuando veo la cruz y recuerdo el sacrificio del Señor, no solo veo ese perdón inmerecido, sino un perdón que no me echa en cara esos pecados que le ofendían y que me avergonzaban y que cuando los recuerdo me traen vergüenza una vez más.
El autor de la pistola a los Hebreos lo dice de manera clara dejando ver la misericordia de Dios en su Hijo Jesucristo, pues viene desde el capítulo uno exaltando la superioridad del Señor sobre todas las cosas creadas, celestiales y personas, por lo tanto solo Él puede manifestarse de esa manera, ¿cómo? Leamos Hebreos 8:12 Porque seré propicio a sus injusticias,Y nunca más me acordaré de sus pecados y de sus iniquidades.
El Señor no solo me perdono todos mis pecados e iniquidades ¡sino que los olvida! La frase “Y nunca más me acordaré de sus pecados” no nos está describiendo que Dios es olvidadizo ni mucho menos imperfecto, pues Él es perfecto en su esencia, sino que nos está manifestando su gracia que perdona pecados. Además, está mostrando un atributo que solo Dios posee, su omnisciencia. Esto significa que Él escoge no recordarlos ni recriminárnoslos.
Así que cuando lo hayan ofendido, ya sea su esposa(o), sus hijos, su vecino, sus padres, su pastor, etc., perdone y vea la cruz, recuerde el evangelio de nuestro Señor Jesucristo, que sin merecerlo usted y yo fuimos perdonados, y que el Señor no vuelve a recordarnos nuestros pecados, por lo tanto, a medida que vamos experimentado y adquiriendo cada vez más conciencia de su gracia en nuestras vidas, perdonemos y no volvamos a recordar la ofensa a nuestro prójimo.
Pastor Asociado a cargo del Departamento de Comunicaciones