Quiero iniciar haciendo la siguiente pregunta ¿En quién confiaría si usted tuviera que dejar a sus hijos con alguien: en su mamá o en el vecino que acaba de llegar a la colonia? Por supuesto que los dejaría con su mamá. Muchas veces hacemos lo contrario a la misma pregunta formulada de manera diferente: ¿A quién le confiaría su vida ¿a usted mismo o a Dios? En este momento, estoy seguro que la respuesta que dijo fue “a Dios”, pero en la práctica en el día a día, se la confiamos a nosotros mismos.
Debemos de confiar en la soberanía de Dios, porque Él cambia las circunstancias de nuestra vida para bendición y nosotros no tenemos esa capacidad y poder, pues todo desvío y obstáculo el Señor lo convierte en un fruto que le trae gloria a su nombre.
Isaías 42:16 “Pero haré que los ciegos anden por un camino que no conocían, Haré que sean conducidos por senderos que ignoraban; Cambiaré las tinieblas en luz delante de ellos, Y los lugares escabrosos en llanura. Estas cosas haré por ellos y no los desampararé”.
He conocido situaciones de personas que ese dolor de cabeza continuo, Dios lo usa para sacar una radiografía y revelar un cáncer para ser extirpado a tiempo, si viéramos eso a futuro estaríamos agradecidos y no nos quejáramos tanto.
Cuando el Señor endurece el corazón de esa mujer u hombre que no es un cristiano para que usted como un hijo de Dios no se case, todo esto para que, a lo larga, usted no sufra un adulterio, engaño, maltrato; entonces saltaríamos de gozo dándole gloria por su gracia, de modo que jamás murmuraríamos y nos quejáramos ante Dios por nuestra suerte como algunos le llaman, dolor o situación.
Cuando Dios deja frustrar ese negocio, inversión, viaje, ya que solo Él es omnisciente. Si Él nos llevara en un viaje al futuro, veríamos que en unos años íbamos a caer en drogas, presos por hacer fraudes, en adulterio, amor al dinero, etc… entonces regresaríamos al presente muy agradecidos.
Esa crisis en su matrimonio que por soberanía de Dios su esposa(o) se dio cuenta de su pecado de adulterio, para que en unos meses el mismo Dios fuese glorificado y así su matrimonio se fortaleciera en Cristo.
Ese hijo que no quedó en ese colegio o universidad que como familia oraron y se hicieron ilusiones, porque allí posiblemente se enfermaría de SIDA, conocería las drogas o se alejaría del Señor y se perdiera para siempre.
Si fuésemos pacientes en esperar en su voluntad, veríamos que todas las cosas que Dios quiere que pasen sus escogidos son siempre para su propia gloria, darnos vida y enseñarnos el cuido que tiene como Padre para irnos formando a la imagen de su Hijo Jesucristo.
En otras palabras, esperar en Dios depende de nuestro conocimiento de Él, de conocerle por medio de su palabra y eso nos lleva a tener la capacidad para creer que Dios se propone glorificarse por medio de su gracia bendiciéndonos en nuestra situación, problemas, crisis etc., pero a la manera que solo Él dispone hacerlo. En este nuevo año que iniciamos, no importa si la vacuna para el COVID viene o no a nuestro país, o si la economía se desploma, no se queje, dele gracias a Dios por todo, y espere en Él. Cualquiera que sea la respuesta de Dios para su vida, CRISTO siempre será glorificado, así que esperemos en su perfecta voluntad.
Pastor Asociado a cargo del Departamento de Comunicaciones