La sabiduría humana, en su esencia más pura, es una poderosa virtud que se nos es derivada de la excelencia divina para afrontar los desafíos de la vida, como lo revela Eclesiastés 9:13-10:20. Sin embargo, a menudo vemos que en nuestra sociedad la sabiduría es despreciada para el desarrollo y la convivencia armoniosa. Pero tan cierto como necesitamos la Palabra de Dios para la vida piadosa, también lo es la sabiduría de Dios para saber cómo practicar Su Palabra en cada esfera social donde hemos sido enviados soberanamente por Dios.
En esta reflexión, exploraremos la relevancia de la sabiduría en la sociedad moderna y ofreceremos siete razones por las que deberíamos comprometernos a practicarla diariamente en nuestra ciudad.
Eclesiastés nos dice que la sabiduría es superior a todas las formas humanas de poder y recurso. Sin embargo, es ignorada por aquellos en los que la arrogancia y la necedad prevalecen. Esta realidad destaca una paradoja de nuestra sociedad: aunque sabemos que la sabiduría puede evitar guerras y hacer prosperar ciudades, permitimos que la insensatez del pecador destruya el bien que la sabiduría ha construido.
Entonces, ¿por qué deberíamos esforzarnos por practicar la sabiduría en nuestras ciudades?
Primero, porque la sabiduría nos protege de consecuencias desastrosas, nos guía hacia la rectitud, y nos aleja de la insensatez y la obstinación, cuyo camino solo lleva al sufrimiento. La sabiduría nos ayuda a manejar conflictos con serenidad, calmando grandes ofensas en lugar de “echar leña al fuego”.
Segundo, porque la sabiduría propicia una vida más justa. Las sociedades guiadas por la sabiduría evitan las decisiones injustas que caracterizan a cualquier esfera social dirigida por necios. En lugar de corrupción y desorden, la sabiduría establece principios justos y prudencia.
Tercero, porque la sabiduría es la llave para obtener éxito en la vida. Nos enseña a prepararnos, estudiar y planificar antes de emprender cualquier tarea. La sabiduría nos previene de caer en los errores que puedan causar nuestra ruina.
Cuarto, porque la sabiduría nos gana la gracia de los demás. Cuando nuestras palabras y acciones son guiadas por la sabiduría, atraen respeto y admiración. Esto nos permite construir relaciones sólidas y evitar las confrontaciones destructivas.
Quinto, porque la sabiduría fomenta una sociedad responsable y diligente. Nos aleja de la negligencia y la incompetencia, y nos conduce hacia la diligencia y la eficiencia. Nos previene de caer en la pereza y el ocio que conducen a la ruina.
Sexto, porque la sabiduría nos libera de la esclavitud del amor al dinero. Nos enseña a valorar las cosas que realmente importan y a no dejarnos consumir por la avaricia. Nos instruye a acumular tesoros en el cielo y no en la tierra. Nos convence de que nuestro verdadero tesoro no es la gracia recibida, sino quién nos imparte la gracia.
Séptimo, porque la sabiduría nos evita sufrir la venganza de quienes están liderando las esferas sociales. La sabiduría nos hace prudentes y felices con serlo. Nos lleva a saber que para todo hay un tiempo. Así como lo hay para hablar, también para callar y para huir de la tentación de hablar mal por venganza de quienes tienen poder social y cultural. No en vano Dios manda a hacer esto a los hijos con respecto a sus padres, y a los esclavos con respecto a sus amos.
Entonces, al reflexionar sobre estas siete razones, es claro que la sabiduría debe ser buscada, valorada y aplicada en todos los niveles de nuestra ciudad y sociedad. Desde los líderes de cada esfera social hasta los ciudadanos comunes, todos debemos esforzarnos por obtener sabiduría, porque una ciudad sabia es una ciudad próspera, justa y pacífica.
¿Dónde encontramos esa sabiduría? En el temor a Dios. Este es el fundamento de una conducta y un comportamiento sabio a la luz de la voluntad de nuestro Redentor Jesús. ¿Cómo adquirimos el temor a Dios y nuestro Señor Jesús? A través del deleite de estudiar la Biblia y su sana doctrina. Es ahí donde nuestra admiración por su excelencia crece a tal punto que somos conscientes de la Gloria de Dios, ante la cual estamos expuestos todo el tiempo, mientras realizamos cada acción dentro de la sociedad.
En resumen, en una ciudad y una sociedad marcada tanto por la sabiduría como por la necedad, los beneficios de la sabiduría son muchos y poderosos. La sabiduría puede evitar desastres, promover la justicia, impulsar el éxito, ganar la gracia de los demás, crear una sociedad responsable, enseñar el valor correcto del dinero, y evitar la venganza de los poderosos. A pesar de que un solo pecador puede destruir mucho bien, la sabiduría tiene el poder de guiar a las personas y a las ciudades hacia un futuro mejor. Por tanto, debemos valorar y promover la sabiduría en nuestra sociedad. Pidámosle sabiduría a Dios, Él nos la dará (Sgto. 1:5).
Pastor General y Fundador de Iglesia Gracia Sobre Gracia; Fundador y Presidente de Fundación Véritas. Inició su vida ministerial en 2000 como pastor de Jóvenes, teniendo en la actualidad 19 años de ministerio pastoral. Está casado desde hace 20 años con Geraldina de Domínguez y es padre de 3 hijos.