Al ver lo que hoy se considera común en la conducta de los cristianos surge la pregunta ¿Qué está pasando en la vida de los creyentes? Hoy quiero invitarles a que reflexionemos sobre el verdadero significado de ser cristiano y el mayor peligro que enfrentamos.
La vida cristiana consiste en esto: amar a Cristo. Se trata de nuestra respuesta al amor de Dios por nosotros; de cómo y cuánto amamos a Jesús.
Algunos piensan que la vida cristiana trata de lo que Dios hace por nosotros. De cómo cumple nuestros sueños, metas, planes, objetivos y esperanzas; de las cosas maravillosas que hace por nosotros para evitarnos el dolor y los problemas; pero eso no es así. La realidad es que la vida cristiana trata de nuestro amor por Cristo, un amor personal y total hacia Él. Amarlo sacrificando todo por disfrutarlo a Él, con perseverante obediencia, profunda adoración y servicio.
Eso es lo que significa ser cristiano: no solo ser de Cristo, sino de cuánto de nosotros está voluntariamente rendido a Él. Ser cristiano es estar comprometidos con Cristo, ser solo de El, amarlo con todo nuestro corazón, mente y fuerzas. Por tanto, podemos definir el cristianismo en tres palabras: amar a Cristo.
Ser cristiano es amar a Jesús tanto, que nuestra única meta real en la vida es conocerle, tanto que Él se convierte en nuestra pasión diaria y el verdadero motivo de nuestra existencia. Ser cristiano es amar a Cristo de tal manera que quieres exaltarlo, complacerlo en todo, servirle hasta el agotamiento; amarlo tanto que quieres estar cerca de Él, hablar e intimar con Él. Es amarlo tanto que quieres contarles a todos de tu Amado, de sus proezas así como de su hermosura. Este afecto que nos consume es la esencia de lo que significa ser cristiano.
Así que, si queremos saber nuestra condición espiritual debemos preguntarnos ¿Cuánto amo a Cristo? ¿acaso le amo más ahora que cuando El me salvó? Pablo escribió en Filipenses 3:7-8 “Pero, ¡cuántas cosas que eran para mí ganancias, las he estimado como pérdida por amor al Mesías! 8 Y ciertamente aun considero todas las cosas como pérdida por la superioridad del conocimiento de Jesús el Mesías, mi Señor, por el cual perdí todas las cosas, y las tengo por estiércol, para ganar al Mesías”. En esto consiste el cristianismo: en amar tan profundamente a Cristo que estás dispuesto a perder todo para obtener más de Él.
Hace unos días mi esposa le preguntó a una mujer (para que ella viera su corazón con respecto a su esposo) ¿lo amas? ella dijo “si”, luego le preguntó: “al final del día ¿lo extrañas? ¿Extrañas su voz, su presencia, su olor, sus ojos, su sonrisa?… ella simplemente calló. Yo te pregunto eso mismo ¿amas a Jesús? ¿tanto como para extrañarlo cuando no oras? ¿como para menospreciar tu tiempo de ocio y poder congregarte, adorarle o estudiar la Biblia cada día?. ¿Amas a Jesús tanto como para estimar todo lo importante en tu vida como pérdida por el incomparable valor de conocerle? ¿tanto que estás dispuesto a odiar tus propios sueños y anhelos personales por conocerlo mejor? Jesús dijo en Mateo 10:37-38 que el que no lo ama por encima de todo, no es digno de El.
¿Qué nos impulsa a amar a Cristo? 2 Corintios 5:14 "Porque el amor del Mesías nos constriñe…" (impulsa, forza o motiva). La Biblia nos dice que es el amor de Cristo el que nos motiva a vivir, a servir a Dios, a amarlo a Él y amar a los demás. Es el amor de Cristo el que nos impulsa a renunciar a amistades, santificar el tiempo de ocio; amar a nuestro cónyuge, luchar por ser fieles al pacto matrimonial.
Por ejemplo ¿qué te constriñe para criar a tus hijos y querer darles lo mejor? ¿tu amor por ellos o tu amor por Dios? si lo que te motiva es tu amor por ellos, ellos terminarán amándose a sí mismos, pero si tu motivo es tu amor por Dios, ellos amarán a Dios. ¿Que te motiva o constriñe a perseverar en tu matrimonio cuando todo va mal? ¿tu amor por tu cónyuge, por ti mismo o por Dios? y de igual manera es con todo aspecto de tu vida: trabajo, amigos, iglesia. Lo que nos motiva a perseverar es nuestro amor por Cristo, un amor inalterable (Efesios 6:24), esto es que no se corrompe ni con las bendiciones que recibimos de él, ni tampoco con los problemas que enfrentamos.
La vida cristiana consiste en vivir atraído y enamorado de la belleza, la gloria y majestad de Jesús. Así que mi pregunta es ¿Cómo es tu amor por Él? No te pregunto si sabes doctrina, o si sirves en un ministerio de tu iglesia; te pregunto ¿amas realmente a Jesús?
Mateo 24:12-13 “Y por haberse multiplicado la maldad, el amor de la mayoría se enfriará. 13 Mas el que perseveró hasta el fin, éste será salvo.” Esto es lo que veo dentro y fuera de las iglesias: amor enfriado.
¿Cómo se comporta alguien cuyo amor por su pareja se ha enfriado? Con indiferencia, sin soportar platicar o escuchar consejos ni órdenes; no hay interés alguno por compartir, viven juntos sin convivir, se culpan entre sí. En resumen, aquel cuyo amor se ha enfriado no admira a su pareja porque ante sus ojos, la hermosura de su cónyuge se ha esfumado y con ello el deseo de perseverar.
Esto es lo veo que sucede en las iglesias de latinoamerica hoy. Cristianos que dicen amar a Dios con todo su corazón y alma, pero no lo hacen con sus fuerzas y mente, por tanto, en lugar de perseverar lo que hacen es huir, dañar, dividirse o culpar a los demás. No hay perseverancia, porque no hay amor.
Ahora bien, si el cristianismo consiste en amar a Jesús significa que nuestro mayor peligro es que ese amor se enfríe; eso es lo que Jesús advirtió que sucedería en los tiempos antes de su venida, entonces ¿cómo evitar que suceda? y ¿como recuperar ese amor si ya se enfrió? Te brindaré estas respuestas en la segunda parte de este artículo.
Pastor General y Fundador de Iglesia Gracia Sobre Gracia; Fundador y Presidente de Fundación Véritas. Inició su vida ministerial en 2000 como pastor de Jóvenes, teniendo en la actualidad 19 años de ministerio pastoral. Está casado desde hace 20 años con Geraldina de Domínguez y es padre de 3 hijos.