1 Corintios 2:4 Y ni mi mensaje ni mi predicación fueron con palabras persuasivas de sabiduría, sino con demostración del Espíritu y de poder, 5 para que vuestra fe no descanse en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios.
En cuanto a la predicación del evangelio en ocasiones nos enfrentamos a situaciones en las cuales se nos hace difícil, por nuestro orgullo, confiar en que Dios es nuestra sabiduría, pocos bloqueos en nuestra mente que nos hacen creer que no somos capaces de solventar alguna situación de manera que Dios sea glorificado, llenamos nuestro corazón de duda.
En la porción de que se cita arriba, el apóstol Pablo nos lleva a reflexionar en que debemos confiar en el poder de Dios al momento de proclamar en el evangelio, ya que no depende de nosotros poder salvar a las personas, no depende de qué tan persuasivos o tan oportunos seamos en nuestras palabras.
Muchas veces esta falta de confianza es reflejo del orgullo que hay en nosotros que no nos permite confiar en Dios, quizás por falta de estudio y preparación en el evangelio o bien no queremos quedar mal ante las personas, en todo caso debemos arrepentirnos y permanecer en el evangelio para que descansemos en el poder de Dios que obra en nosotros para poder hablar a otros acerca de Él.
Pastor Asociado a cargo del Ministerio de Alabanza