El reciente estudio publicado por el LPG Datos de La Prensa Gráfica ha despertado el interés de la comunidad cristiana en El Salvador. La encuesta revela que el país está dividido en partes iguales entre católicos y evangélicos, con un 38.47% y un 38.2% respectivamente. Sin embargo, aunque algunos pudieran dejarse llevar por la euforia ante estos datos, es necesario abordar esta información con prudencia, responsabilidad y sabiduría. En este pequeño artículo, reflexionaremos sobre cuatro razones del por qué debemos analizar estos datos con mesura y una invitación necesaria al evangelicalismo salvadoreño.
- La euforia humana puede indicar falta de fe. Es pertinente recordar la indignación de Dios en 2 Samuel 24 cuando David realizó un censo. Una de las razones fue el intento de David de medir su poder y fuerza militar, en lugar de confiar en la soberanía, poder, gracia y provisión de Dios. La verdadera seguridad de Israel no residía en la cantidad de soldados que poseía, sino en la protección y guía divina. Esto nos advierte a los evangélicos sobre los peligros del orgullo y la autoconfianza por causa de cifras e indicadores en lugar de depender humildemente de la soberanía y guía divina en nuestra vida y ministerios. Es importante aclarar que las encuestas y sus datos son sumamente importantes para la toma de decisiones sabias, sin embargo es necesario que su analisis e interpretación sea llevada a cabo bajo una cosmovisión bíblica, con mente renovada y un corazón centrado en Cristo.
- No todos los que la encuesta llama “evangélicos” lo son necesariamente. Históricamente, la falta de conocimiento doctrinal ha llevado a que muchas personas y/o encuestas clasifiquen erróneamente a ciertos grupos religiosos o sectarios como “evangélicos” cuando no lo son. Por ejemplo, a los Testigos de Jehová, los Mormones, entre otros. Esto significa que debemos ser cautelosos al aceptar los resultados sin cuestionarlos.
- El agnosticismo, el ateísmo y otras religiones también han aumentado. Nuestro rol como cristianos no solo es proclamar el evangelio a los “católicos romanos”, sino ser claros al explicarlo a todos los que pidan razón de la esperanza que hay en nosotros, especialmente en un contexto donde la diversidad de creencias es cada vez más amplia. Esto resalta con urgencia el deber que tenemos como iglesia evangélica de prepararnos intencionalmente para realizar una apología más ferviente del evangelio de Jesucristo y sus doctrinas, que dé verdadera gloria a su Nombre, ante estos grupos de ateos, agnósticos y “otras religiones”.
- Tener mayoría no implica automáticamente mayor compromiso o fidelidad. Según el periódico, en 2019 el RNPN registró 5,824 pastores, en comparación con 697 sacerdotes y 1,634 religiosos. Sin embargo, debemos reflexionar que el aumento en el número de pastores evangélicos no garantiza necesariamente mayor fidelidad en la enseñanza y en el liderazgo que Dios exige de nosotros. La comunidad evangélica debe evaluar si sus líderes locales cumplen con los criterios bíblicos de idoneidad y si están comprometidos con la enseñanza fiel y el cuidado pastoral de las ovejas de nuestro Señor. Este dato, en lugar de generar euforia, debería impulsarnos a meditar con suma humildad sobre nuestra responsabilidad de predicar fielmente la Palabra de Dios y el verdadero evangelio, sin diluirlo ni contaminarlo con ideas como el secularismo, liberalismo teológico, el humanismo, entre otras filosofías divergentes al Evangelio que afectan gravemente la pureza en la adoración y vida de la iglesia.
A pesar de estos puntos de reflexión crítica, es crucial reconocer la utilidad de estos datos para resaltar la gran oportunidad que la iglesia evangélica de El Salvador tiene para seguir cumpliendo con su misión encomendada. Es importante hacer la invitación a que, mediante la predicación expositiva de las Sagradas Escrituras, la enseñanza de educación bíblica y teológica formal para sus miembros, una apología de la verdad en amor y la práctica de la verdadera ética del evangelio, como iglesia evangélica salvadoreña podamos ser sal y luz efectivamente en una sociedad cada vez más inmoral y secularizada. Además, puede ser un faro de esperanza y sabiduría frente a los grandes desafíos sociales, económicos y espirituales que enfrenta, así como un ejemplo de unidad y amor en un país dividido por una arraigada ingenuidad. Recordemos que, si Cristo tiene la preeminencia sobre todas las cosas, significa que nuestro mensaje tiene la preeminencia sobre cualquier otro que el mundo pueda escuchar. Por tanto, debemos ser fieles en proclamarlo, enseñarlo y aconsejarlo a otros.
En conclusión, aunque los datos de la encuesta pueden parecer alentadores para la comunidad evangélica en El Salvador, es fundamental abordarlos con prudencia y responsabilidad. Debemos reflexionar sobre nuestra propia posición como líderes y miembros de la iglesia, así como sobre el papel que desempeñamos en la sociedad en general. Al hacerlo, podremos ser fieles cristianos para bendición para nuestra nación, dando gloria a Dios y llevando el mensaje del evangelio a todos los rincones de El Salvador hasta que Cristo venga.