Pablo escribe en Filipenses 2:6-11, lo que se cree que era un himno que la iglesia cristiana cantaba en su tiempo. Este himno majestuoso, saturado de teología, el cual se estudia en las aulas de seminarios bíblicos y teológicos por su profundidad, es una de las declaraciones más ricas sobre la persona y obra de Cristo, sobre su humillación y exaltación.
Filipenses 2:5-11: Haya, pues, en ustedes esta actitud que hubo también en Cristo Jesús, 6 el cual, aunque existía en forma de Dios, no consideró el ser igual a Dios como algo a qué aferrarse, 7 sino que se despojó a Sí mismo tomando forma de siervo, haciéndose semejante a los hombres. 8 Y hallándose en forma de hombre, se humilló Él mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. 9 Por lo cual Dios también lo exaltó hasta lo sumo, y le confirió el nombre que es sobre todo nombre, 10 para que al nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en el cielo, y en la tierra, y debajo de la tierra, 11 y toda lengua confiese que Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre.
Jesucristo es Dios eterno quien se humilló haciéndose hombre. Como hombre se humilló haciéndose siervo. Se privó a si mismo del disfrute de la gloria como le corresponde a Su divinidad. Él no buscó sus propios intereses sino los de los demás para servirles, para salvarlos. Como siervo se humilló así mismo nuevamente hasta morir y tener la muerte más humillante y vergonzosa, la cruz. La idea de que un siervo moriría por otros y luego sería exaltado recuerda Isaías 52–53.
Isaías 53:12 (PDT):
Por lo tanto, yo haré que esté al lado de los grandes,
y que comparta el botín con los poderosos.
Porque él se entregó voluntariamente a la muerte.
Fue tratado como un criminal,
pero en realidad el cargó sobre sí el castigo que muchos merecían.
Ahora él está ante mí,
intercediendo por los pecadores».
Cristo, Dios preexistente, se hizo siervo. En lugar de ser servido, sirvió a muchos muriendo en la cruz. Por eso recibió recompensa del Padre porque cumplió su misión como siervo sufriente. Por su obediencia el Padre lo exaltó dándole el nombre sobre todo nombre. Así ante Su nombre toda rodilla se doblará y toda lengua declarará que Jesús es Señor.
Algo impresionante es que Pablo no se los escribe a los filipenses para dar una clase de Cristología avanzada, ni como argumento de un debate teológico. Lo impresionante es que Pablo lo escribe para que esto sea aplicado a la vida diaria, a la vida práctica de los cristianos, de manera que vivamos siendo siervos, para que en humildad y unidad vivamos sirviéndonos mutuamente.