Hebreos 12: 2-3 puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, quien por el gozo puesto delante de Él soportó la cruz, menospreciando la vergüenza, y se ha sentado a la diestra del trono de Dios. 3 Considerad, pues, a aquel que soportó tal hostilidad de los pecadores contra sí mismo, para que no os canséis ni os desaniméis en vuestro corazón.
Cuando el cristiano no es alguien de hábitos en la lectura, estudio, ni memorizador de la palabra, suele ser alguien cuyo corazón puede ser desviado a
caer en lo que el mundo ofrece y que con mucha facilidad se encuentra desanimado en su caminar cristiano. Esto termina reflejándose en todas las áreas de su vida.
Es esencial que todo creyente aprenda a dirigir su atención a Cristo y a nutrirse de la palabra, de tal manera que el deseo del corazón siempre sea la gloria de Dios. La única forma para guiar nuestro corazón al camino correcto es cuando ponemos nuestra mente en Cristo y esto solo es posible a través del evangelio
Romanos 8:5 Porque los que viven conforme a la carne, ponen la mente en las cosas de la carne, pero los que viven conforme al Espíritu, en las cosas del Espíritu. 6 Porque la mente puesta en la carne es muerte, pero la mente puesta en el Espíritu es vida y paz. Cuanto más ejercitemos nuestra mente en la palabra de Dios más enfocaremos nuestra mirada en Jesús, luego entonces nuestro corazón tomará la dirección correcta, encontrando aliento y fortaleza en Dios y sus promesas.
Hebreos 12:2-3 nos está enseñando que la mirada de Jesús, ante toda la hostilidad de los pecadores, estaba únicamente en la gloria del Padre y a la cual volvería luego de consumar su obra. De igual forma nosotros, ante toda situación que el mundo nos presente, si nuestra mirada está en Jesús, nuestro corazón estará enfocado en el camino correcto de manera no nos desanimemos y por el contrario, nos mantengamos firmes hacia la salvación y gloria eterna con nuestro Dios, a la cual por gracia fuimos llamados.
Pastor Asociado a cargo del Ministerio de Alabanza